Desde el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) advierten del riesgo de guerras hídricas por la falta de este recurso natural en gran parte del planeta.
Sequía
Hay cierta ironía en eso de vivir en un país tropical y no tener acceso a agua limpia. Sin embargo, ese el caso de la aldea de Buwagogo, en Uganda. Los habitantes de esta aldea de 60 casas del África central tienen una pequeña fuente de agua de la que se abastecen, aunque en periodos secos el nivel corre muy bajo y pueden tardar horas en llenar los jerricanes o bidones de plástico de 20 litros.
El investigador ugandés Michael Musekese explica que aunque la zona es un vergel en el ecuador con abundante lluvia, el problema radica en que carece de las infraestructuras apropiadas.»En esa zona de montaña es difícil y costoso construir pozos y una red de saneamiento. Además, cuando las hacen las vandalizan para robar el agua», asegura.
Musekese reconoce que las zonas urbanas sí tienen agua potable, pero no pasa lo mismo en las zonas rurales donde está su aldea, Buwagogo. «Una familia de cinco necesita unos 80 litros, aunque a veces en tiempos de sequía tienen que sobrevivir con 20», apunta.
Esas mismas familias de la Uganda rural se encuentran también con un problema no menos importante: el regreso a casa desde el chorro o la fuente en una escarpada zona de la montaña. «Puedes tropezar con una piedra y que se te caiga el jerrican, romperlo y que encima pierdas el agua que has tardado más de 6 horas en conseguir», lamenta
Las guerras del agua
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) dirige el programa Aqueduct, un seguimiento del estrés hídrico en el mundo. Lizz Saccoccia, asociada del equipo de seguridad hídrica, dice que la escasez de este recurso no es un problema solo de África. «Un cuarto de la población mundial vive en riesgo muy alto de escasez de agua», advierte.
Según estimaciones de Naciones Unidas y del Banco Mundial, la sequía —es decir, la falta de agua— podría provocar que, en 2030, más de 700 millones de personas tuviesen que desplazarse en todo el planeta. Estos desplazados se verán obligados a dejar atrás sus hogares por la falta de agua, pero también por los conflictos armados que esta provoca.
Aunque, como advierte Saccoccia, la sequía por sí sola no provoca guerras. «Eso sí, agita nacionalismos extremos que aumenta las tensiones», añade.
Nigeria y la inseguridad hídrica
En el golfo de Guinea, a la misma altura que Etiopía, se encuentra Nigeria. Un país con 250 lenguas, 500 etnias diferentes y un gran problema común: el agua. Según Naciones Unidas, solo el 29% de la población tiene una red estable de abastecimiento de agua potable y saneamiento. El resto, como los habitantes de Buwagogo, dependen de algún brote de agua con mayor o menor grado de sofisticación.
Timothy Ogenyi, analista político del centro de investigación de Cambio Climático y Desarrollo de Nigeria, dice que, al igual que Etiopía, el foco está en las zonas rurales. Cuenta que en su pueblo, en el centro del país, se tienen que levantar de madrugada para ir a la única fuente de agua dulce. «Imagina también los problemas de seguridad», lamenta.
La región de Enugu, en la cuenca del río Níger, no es particularmente árida, solo que, como Ogenyi cuenta, el problema es el agua limpia. Lo hacen todo en la misma fuente: se lavan, dan de beber a los animales y ellos mismos se hidratan. «Todo el mundo tiene un tanque de agua de 200 o 300 litros; «puedes llenarlo tanto como puedas pagar», explica. Para él, la presión del agua y la falta de infraestructuras es el motivo principal del éxodo rural hacia las zonas urbanas.