Egipto es el país más poblado del mundo árabe y el segundo de África con un PIB que supera los 335.000 millones de dólares, conformándose como una de las grandes economías emergentes. Su tasa anual de crecimiento demográfico es muy elevada, llega al 2 %, y se espera que en 2050 la población alcance los 150 millones de personas.
Egipto depende del Nilo para el abastecimiento de agua y, por tanto, es el pilar que sustenta el sector industrial y agrícola egipcio y la principal fuente de agua potable de uso doméstico. Sin embargo, el país sólo puede disponer de alrededor de 55.500 millones de metros cúbicos anuales según la Convención del Nilo de 1959 acordada con Sudán.
La cuota de agua de Egipto se podría ver amenazada por el nuevo proyecto de la Presa del Renacimiento de Etiopía, que pondría en peligro la seguridad alimenticia en el país, ya que supone la reducción de las cantidades de agua del Nilo a la mitad. Se trata de una represa en construcción en la región de Benishangul-Gumuz sobre el Nilo azul, que se convertirá en la presa de generación eléctrica más potente de África (triplicando la potencia de la presa de Asuán), cuyo coste superará los 6.400 millones de USD.
Las aguas que provienen del Nilo Azul de Etiopía representan el 86 % del agua consumida en Egipto, y el 95 % en periodo de riada. El proyecto ha desencadenado tensiones con el ejecutivo de El Cairo. Por el tratado del 15 de mayo de 1902, Etiopía estaba efectivamente comprometida a no desarrollar obras hidráulicas sobre el Nilo azul o el río Sobat sin el acuerdo de las autoridades británicas, ya que Egipto estaba bajo la ocupación militar del Reino Unido por aquel entonces.
Egipto teme una reducción temporal de la disponibilidad de agua debido al llenado de la presa y una reducción permanente debido a la posible evaporación de los depósitos de agua. Esta pérdida para los países en sentido descendente podría verse distribuida temporalmente durante varios años si los países llegaran a un acuerdo. En marzo de 2015 Egipto, Sudán y Etiopía llegaron a un acuerdo, organizando el reparto del agua y la gestión de la operación de la presa etíope. No obstante, Egipto y Sudán temen que Etiopía no respete el acuerdo firmado lo que pondrá ambos países en un gran peligro.
Con el fin de afrontar la gran escasez que el país puede vivir en el futuro y con el objetivo de satisfacer la demanda de la población y proteger la estabilidad del país, el Gobierno de Egipto está invirtiendo gran parte de las ayudas para el desarrollo que recibe de países extranjeros y las instituciones financieras multilaterales en el desarrollo de proyectos en el sector de agua. Ahora mismo, sólo el 21 % de aguas residuales de Egipto se someten a procesos de tratamiento de aguas. Por ello, el país prioriza este tipo de proyectos en todas las modalidades de tratamiento: depuración, abastecimiento y desalinización.
La especial situación de Egipto hace que este país ofrezca un abanico de oportunidades para las empresas españolas, que disfrutan de una reputación excelente en el sector del agua gracias a las experiencias previas en el país